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India, nuevo actor en el reordenamiento global

Desplazó a Gran Bretaña como quinta economía mundial, y con un fuerte impulso a la inversión privada y el desarrollo tecnológico, avanza como un protagonista independiente en el nuevo escenario mundial.

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La reunión de los jefes de Estado de los países del G-20 celebrada en Nueva Delhi fue escogida por el primer ministro Narenda Modi como una oportunidad propicia para un relanzamiento internacional de la India, orientado a posicionar a la nación asiática como un actor fundamental del nuevo escenario mundial con una postura políticamente independiente en la disputa entre Estados Unidos y China. La iniciativa de Modi, tendiente a potenciar el orgullo nacional indio, está unida a la decisión, conocida días pasados, de cambiar el nombre oficial de la India, que evoca a su pasado colonia, por Bharat, que es su denominación en idioma indi, la lengua oficial del país.

La inesperada ausencia del mandatario chino Xi Jinping y de su colega ruso Vladimir Putin, interesado en eludir un debate sobre la guerra de Ucrania, hizo que Modi aprovechara la presencia del presidente Joe Biden para anunciar la concreción de un ambicioso acuerdo multinacional sobre ferrocarriles y puertos que unirán al sur de Asia con Medio Oriente, suscripto por India, Estados Unidos, la Unión Europea, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Modi señaló que "hoy, al embarcarnos en una iniciativa de conectividad tan grande, estamos sembrando las semillas para que las generaciones futuras sueñen en grande". Biden afirmó que se trataba de un "gran acuerdo" que uniría los puertos de dos continentes y conduciría a un "Oriente Medio más estable, más próspero e integrado".


Con esta inequívoca señal de acercamiento con Washington, Modi busca equilibrar el activo rol desempeñado por la India en la reciente reunión en Johannesburgo del grupo Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que decidió la ampliación del bloque con la incorporación de la Argentina, Irán, Arabia Saudita, Qatar, Egipto y Etiopía, una movida que Occidente considera una pieza fundamental de la estrategia global de Beijing porque facilita el avance de la Franja y la Ruta de la Seda, un gigantesco proyecto de obras de infraestructura que abarca a Asia, Europa, África y América Latina y que por la magnitud de las inversiones comprometidas es el más importante de la historia mundial.

La diplomacia india proclama y practica el "multialineamiento", una estrategia que implica el fortalecimiento simultáneo de una multiplicidad de asociaciones con terceros países, en particular con Estados Unidos y China pero también con Rusia, un país con quien mantuvo históricamente estrechas relaciones, fundadas en el interés común de contener el avance del coloso amarillo. Ese pragmatismo hizo que años atrás, un informe de la CIA calificara a India como "el estado oscilante más importante del mundo".

En ese juego de idas y vueltas, cabe inscribir la participación de India en el recientemente creado grupo Quad, un foro estratégico de defensa y seguridad que integran también Estados Unidos, Australia y Japón, entendimiento que Beijing caracterizó como la tentativa de configurar "una versión asiática de la OTAN". En la misma dirección, Modi estableció un acuerdo de defensa y seguridad con Gran Bretaña, que confirmó el hecho de que luego del Brexit promueve un viraje en su política exterior para fortalecer sus lazos económicos y políticos con sus antiguas colonias integradas en la Comunidad Británica de Naciones, entre las que India ocupa naturalmente un lugar preponderante.

India integra el club privilegiado de las nueve potencias atómicas. Tiene el cuarto presupuesto de defensa más grande del mundo. Posee un ejército de tres millones de soldados y cuenta también con un arsenal nuclear estimado en 160 ojivas nucleares y proyectiles balísticos con capacidad suficiente como para golpear no solo a Pakistán, su histórico enemigo regional, con quien mantiene un antiguo conflicto sobre la soberanía en el territorio de Cachemira, sino incluso sobre una gran parte de China, con quien comparte 3.440 kilómetros de frontera y varios litigios limítrofes.

La tercera potencia mundial

La dimensión militar es para India un complemento indispensable en su camino a convertirse en la tercera potencia mundial, detrás de Estados Unidos y de China. Es el séptimo país del mundo por su territorio de 3.280.000 kilómetros cuadrados (un puesto antes que la Argentina). En 2022 desplazó a Gran Bretaña como quinta potencia económica por su producto bruto interno. Este año sobrepasó por primera vez a China por su población, que asciende hoy a 1.450 millones de habitantes, ahora la mayor del mundo. Uno de cada seis habitantes del planeta es indio.

Modi funda su optimismo en las previsiones de los economistas de Standard & Poor, tal vez la consultora económica internacional más prestigiosa en la comunidad financiera global, que pronostican que desde aquí al 2030 el producto bruto interno indio aumentará a un promedio del 6,3% anual acumulativo, un ritmo de crecimiento superior al de China y también uno de los más altos del mundo.

A las estimaciones cuantitativas hay que agregarle el factor cualitativo. India es un actor relevante en la economía informática. La moderna ciudad de Bangalore es el asiento de centenares de empresas locales e internacionales de primer nivel. Es el país con más cantidad de ingenieros del mundo. Una encuesta reciente indicó que el 70% de los adolescentes indios quiere ser ingeniero. Los ingenieros indios son la comunidad extranjera más numerosa en Silicon Valley.

India preside la Alianza Solar Internacional (ASI), creada conjuntamente con Francia para proveer soluciones de energía solar para combatir el cambio climático.

Este organismo intergubernamental, al que adhieren más de un centenar de países, busca movilizar inversiones por varias decenas de miles de millones de dólares para proveer de energías limpias a 1.000 millones de personas. En energía convencional, la ONGC Videsh Ltd. subsidiaria y brazo internacional de la ONGC (la compañía petrolera estatal) desarrolla actualmente 32 proyectos en quince países. Por su población, India es la tercera consumidora mundial de electricidad.

El país exhibe también una industria médica en plena expansión, no solo por sus ambiciosos programas públicos para atender la salud de su enorme población. Es el primer proveedor de genéricos de bajo costo y representa el 60% de la producción mundial de vacunas. Sobre esas bases, pretende convertirse en el mayor proveedor mundial de medicamentos en la próxima década, aprovechando entre otras ventajas competitivas sus reducidos costos laborales, un 50% más bajos que en Occidente.

El flanco vulnerable es la cuestión social. A pesar de su crecimiento económico, el ingreso por habitante de India es de solo 2.400 dólares. No obstante, en este terreno hubo también un progreso significativo. Según las Naciones Unidas, entre 2015 y 2021 salieron de la pobreza 135 millones de personas, una disminución del 9,89%, por lo que en ese lapso el índice descendió del 24,85% al 14,96%.

En los últimos nueve años, hubo una gigantesca inversión pública en infraestructura, que incluyó la entrega a los campesinos de las zonas rurales más atrasadas de 40 millones de viviendas modestas, 110 millones de baños y 243 millones de canillas de agua potable y la construcción 30.000 kilómetros de vías y otros 50.000 kilómetros de carreteras, casi cinco veces el diámetro de la Tierra.

Modi encarna una nueva etapa en la historia de la India independiente. Al frente del Partido Popular Indio (BJP), expresión de un nacionalismo hinduista con hondo sentido religioso, rompió la hegemonía del Partido del Congreso, fundado por Jawaharlal Nerhu. El mandatario suele ser comparado con el expresidente chino Deng Xiaoping por su estrategia de impulsar la iniciativa privada como motor del despegue económico de una nación superpoblada, portadora de una cultura milenaria, que reclama ahora su lugar en el concierto mundial.

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