La India crece al ritmo del 7,6% anual de su PBI. Más rápido entonces que su rival y vecina, la propia China. Y además lo hace en un ambiente sereno, casi sin inflación, demostrando que eso es posible. Ocurre que la India tiene una tasa de inflación minorista de apenas el 2,8% anual, que en mayo pasado cayó al 2,17% anual. Y un déficit fiscal nacional del 3,2% de su PBI, en proceso de reducción paulatina. Así como un límite del 3,5% para los déficits fiscales que se permiten a los Estados que la conforman. En ese cuadro, cabe destacar hasta los precios de los alimentos –siempre sensibles cuando los niveles de pobreza son altos- son deflacionarios.
Desde el 2010 hasta el 2015 la India creció –anualmente- unos ocho millones de puestos nuevos de trabajo. Pese a que la creación de empleo cayó un poco en el 2011 y 1012, volvió a crecer en el 2013 y 2014.
Lo cierto es que la generación de nuevos empleos es fuerte en los sectores que no tienen que ver directamente con la actividad agropecuaria.
El turismo, por ejemplo, está creciendo a un ritmo vertiginoso. Del 19,5% anual y, por ende, generando empleo.
La India es ya el segundo productor mundial de acero. Hoy veinte de las cien empresas más grandes de Asia son de la India.
Ellas, en el último año tuvieron un aumento espectacular de rentabilidad, del 9,8%. Difícil de alcanzar y expresión de un ritmo de actividad económica difícil de igualar.
(*) Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
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